Cuando estaba embarazada de un mes, el padre de mi hija, enfurecido, yo diría que colérico, arrojó su máscara al suelo y sentenció:
-No pensarías que te saldrías con la tuya. Lo he hecho bien. Ningún hombre querrá hacerse cargo de tu hijo de otro hombre, ahora con este hijo nadie querrá que seas su mujer, no serás de nadie nunca más, sólo mía.-
A mí se me heló el corazón, aún hay pedacitos de él que conservan el rigor de la muerte.
Retorcido mi cuerpo por los vómitos constantes, no supe ya si la intensa náusea era orgánica o del alma, mientras me encogía sobre mí misma en el suelo de una cabaña perdida sobre el arrozal.
otro viernes (o de cómo helar un corazón en medio del monzón)
viernes, 19 de noviembre de 2010 by elena sol
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de silvana
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