el príncipe no hizo caso de aquella sonrisa encantadora y deshilvanada,
se preocupó por no haberla visto llorar en los últimos cien días
y le hizo un regalo, la hoja de guisante verde
que crecía a la intemperie en su corazón
ella pudo por fin sacudirse las lágrimas que ahogaban su maravilloso vestido azul
y pensó, "he aquí un príncipe verdadero",
mientras guardaba la hoja de guisante verde
entre su lengua y el paladar
el príncipe y el guisante
miércoles, 10 de noviembre de 2010 by elena sol
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de mí
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