No, no sabemos despedirnos.
Hombro con hombro, seguimos caminando.
Ya empieza a caer la noche.
Yo, silenciosa; tú, pensativo.
Entramos en la iglesia, vemos
bodas, funerales, bautizos.
Sin mirarnos, salimos: ¿por qué
somos tan distintos de los otros?
O nos sentamos sobre la nieve pisada,
en el cementerio, y suspiramos dulcemente.
Con un palito dibujas palacios
donde estaremos juntos siempre.
Anna Ajmátova
invocación III
sábado, 4 de diciembre de 2010 by elena sol
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de poemas
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